Según los científicos, la distancia de varios milímetros entre los vasos sanguíneos no permite transmitir la información por medios químicos -por ejemplo, utilizando iones de calcio- de manera suficientemente segura, y las señales de radio no pasan a través de los líquidos. Por eso, los españoles consideraron 'pegar' a los nanorobots unas bacterias con flagelos, con los que se desplacen.
La información necesaria será cifrada en el ADN, que será introducido en el citoplasma de las bacterias. Al contactar con las células del tumor, los nanorobots van a liberar los microorganismos, y las bacterias, atraídas por los nutrientes, van a dirigirse a otros nanorobots y transmitir a ellos toda la información necesaria.
Para comprobar su idea, Llatser y Gregori construyeron una simulación computarizada, utilizando otro tipo de bacteria con flagelos. Resultó que para transmitir la información entre dos nanorobots a distancia de un milímetro, el microorganismo tardó unos seis minutos. La bacteria portaba un ADN integrado por 300.000 pares de nucleóticos, lo que permite enviar 600 kilobits de información.
Según Llatser, una capacidad de tráfico de tal banda es de 1,7 kilobits por segundo. En su opinón, es bastante para aplicar este método en el tratamiento del cáncer. Sin embargo, otros expertos sostienen que se necesita comprobar el método de manera experimental para evaluar su efectividad
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